La vieja escuela

Por: Gerardo Enrique Garibay Camarena

5/02/07

El pasado 5 de febrero conmemoramos un aniversario más de la promulgación de la Constitución de 1917. Este documento se convirtió durante la época de los gobiernos priístas en una ensalada de postulados al gusto del presidente en turno. Los cambios a la constitución se volvieron tema común, en ocasiones paliando sus muchos defectos, en otras volviéndolos más grandes; de modo que, al llegar la democracia, nos encontramos con que “las reglas del juego”, para la vida nacional, simplemente no funcionan: tienen demasiados anacronismos y espacios en blanco; lo mismo pasa con muchas otras leyes y códigos.

De ahí que sea cada vez más obvia la necesidad de llevar a cabo “reformas estructurales”, para adecuar a la realidad ordenamientos jurídicos que estaban pensados para verse bien en el papel, pero no para aplicarse. Las mentadas reformas se han convertido en una muletilla para muchos políticos: de derecha e izquierda, dinosaurios y tecnócratas, pero ¿Cuáles son estas reformas? y ¿para qué se necesitan?.

1.- La reforma jurídica: el sistema judicial mexicano no funciona: solo una fracción liliputiense de los delincuentes pagan por su delito y los casos civiles y mercantiles son tan largos que muchas veces resulta más caro seguir el juicio que permitir a los sinvergüenzas salirse con la suya, esto ha generado una grave crisis de inseguridad jurídica ante la cual las legislaturas han comenzado a reaccionar promoviendo la conciliación y los juicios orales, sin embargo es necesaria una verdadera cirugía mayor a todo el sistema judicial que elimine tramitología, agilice los plazos y reduzca el tamaño de los expedientes.

2.- La reforma agraria: los cambios hechos en tiempos de Salinas fueron positivos, pero deben ser profundizados, pues de otro modo el campo nacional agonizará con la competencia extranjera. El siglo XX fue un tiempo perdido para el agro: el ejido no sacó de la pobreza a los ejidatarios, ahora nos encontramos ante una pandemia de minifundios, demasiado pequeños como para que sea costeable trabajarlos, lo que ha provocado un éxodo masivo a los Estados Unidos y nos ha vuelto más sensibles a los desniveles en el precio internacional de los alimentos, como ocurrió con el maíz.

3.- La reforma laboral: las leyes laborales mexicanas, supuestamente pensadas para proteger a los trabajadores, han dañado al mercado laboral y provocado con esto una enorme tasa de subempleo, por esto se requiere de cambios profundos que incentiven la creación de fuentes de trabajo y permitan abatir el crecimiento del sector informal de la economía.

4.- La reforma hacendaria: actualmente el gobierno recauda muchísimo menos de lo que podría obtener y esto se refleja en la escasez de recursos presupuestales, por ello se requiere de un nuevo esquema fiscal que haga que más personas paguen impuestos, que se paguen menos impuestos y que se puedan pagar más fácilmente.

5.- La reforma energética: los monopolios estatales en materia energética han sido épicamente ineficaces, al no tener competencia se han convertido en auténticos elefantes blancos, que cuestan y cobran mucho más de lo que deberían, por otro lado nuestras reservas comprobadas de petróleo están casi agotadas y para buscar más requerimos dinero, bastante dinero, que por cierto no tenemos; de ahí que sea necesario abrir la explotación y venta de energéticos al capital privado, para revitalizar al sector y beneficiar a los usuarios.

En fin, todas estas se resumen en una: La reforma del estado, es decir, adecuar el marco jurídico a la nueva realidad democrática que vivimos, pues solo así podrá nuestro país desarrollar sus capacidades y triunfar en el cada vez más competido escenario internacional. Es momento de dejar la vieja escuela, de cambiar, para atacar la pobreza, combatir la inseguridad y convertirnos en el México “de primera” que queremos llegar a ser.