Comunicado de Prensa de la Conferencia del Episcopado Mexicano
Ciudad de México, 29 de marzo de 2007
Una política de muerte jamás será solución
El embrión humano es desde el primer
momento persona dotada de una singularidad constatada por la ciencia. Por tanto, el embrión es persona desde la concepción.
El deber de la sociedad es protegerlo adecuadamente. El Código Civil para el Distrito Federal así lo entiende y lo establece
en su artículo 22; Desde el momento en que un individuo es concebido, entra bajo la protección de la ley y se le tiene
por nacido. Negar este deber del ordenamiento jurídico es arbitrario e ilegal.
Los miembros de la Iglesia sabemos
bien que no todas nuestras posiciones son aceptadas por otras personas. Pero hay muchos, católicos y no católicos, creyentes
y no creyentes; que comparten los puntos de vista que hemos manifestado.
Apreciamos mucho la comprensión y
el respeto a nuestras convicciones que en diferentes espacios han sido manifestados. La convicción de los hijos del Dios de
la vida es y será la misma; no podemos aceptar nunca el aborto o las políticas que lo favorecen. Consideramos nuestra responsabilidad
alzar la voz para defender la vida, es parte de nuestra esencia. Es por eso que pedimos a nuestros legisladores, representantes
del pueblo de México, leyes que protejan a todos los mexicanos y mexicanas, sobre todo a quienes no pueden protegerse aún
por sí mismos, como es el caso de los inocentes en peligro de ser abortados.
Si no escuchamos la voz de un segmento
de la población mexicana, católica en su mayoría, nuestra democracia se verá empobrecida. Aquellas voces que piden el silencio
de la Iglesia solo demuestran autoritarismo.
El problema de cada aborto es mucho
más complejo de lo que se nos quiere hacer ver, no se trata sólo de la muerte de un pequeño. La madre y los que participan
con ella a menudo viven o tratan de vivir debatiéndose entre sentidos de culpa. Algunos, creyéndose excluidos para siempre
de la redención, entran en un círculo vicioso; si son católicos, se alejan de su Iglesia. Es por todos los que sufren un aborto
por quienes los católicos debemos manifestar nuestra convicción en favor de la vida, mostrando que una política de muerte
jamás será una alternativa de solución para ninguna problemática social.
Prensa CEM