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Por qué no creo en los "derechos humanos"

Porqué no creo en los derechos humanos

Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay-Camarena

20-Agosto-2007

Los derechos humanos cobraron fama mundial a partir de ese carnaval de atrocidades también conocido como la revolución francesa, ameritaron una declaración de Naciones Unidas y desde entonces han sido el pretexto para la formación de miles de ONG’s, organismos gubernamentales y asociaciones, sin embargo, a pesar de toda la parafernalia su aplicación ha sido bastante deficiente.

Y es que los derechos humanos son parte de un buen discurso, se oyen bien, arrancan aplausos… y nada más. El problema viene desde el inicio, desde la propia declaración de la Revolución Francesa, en la que la “Asamblea Nacional” es la que reconoce y declara los derechos, en otras palabras, los ciudadanos tienen derechos porque el estado se los otorga, y lo que el estado otorga, el estado lo puede quitar. Un pronto ejemplo de lo anterior lo tenemos en el terror en que degeneró la revolución, provocando la muerte de cientos de miles de inocentes en nombre de los “derechos humanos”.

Las cosas no han cambiado mucho desde entonces, y la culpa no recae solo en la incompetencia de los defensores de los derechos humanos, sino en el propio concepto, que en el peor de los casos se pervierte para tornarse en defensor de los delincuentes y en el mejor permanece como un término vacío, sin el sustento necesario para una aplicación efectiva.

El problema es que, sobre todo tras la revolución francesa, se dio preeminencia a los “derechos humanos” y se guardó en el baúl del olvido a los “deberes humanos”, sin los cuales los primeros carecen de complemento y significado, pues el derecho no viene de la nada, o de la decisión de algún avezado burócrata, sino que es la consecuencia de una obligación preexistente.

Por eso es que no creo en los “derechos humanos”, al menos no en la forma comercial en que han sido empaquetados. Es necesario que superemos la preadolesecencia ideológica en que nos atascamos desde el siglo XVIII y lleguemos a la madurez en la que el discurso de los “derechos” sea reemplazado por el de los “deberes” y donde se reconozca que unos y otros no surgen por la voluntad del estado o la sociedad y no se pueden cambiar al gusto de la moda en turno.

Por ejemplo, como sociedad tenemos la obligación de preservar y defender la vida humana, y esto no va a cambiar aunque la Asamblea Legislativa del Distrito Federal diga lo contrario, pues no se trata de un “derecho” sobre el que podamos elegir, sino de una responsabilidad.

Debemos ir más allá de la cultura de los derechos, hacia una cultura de la responsabilidad, pues solo siendo conscientes de nuestras responsabilidades como individuos y comunidades lograremos construir una mejor sociedad, para todos.

garibaycamarena@hotmail.com  http://sinmediastintas.tripod.com

Sin medias tintas, opinión y análisis sociopolítico

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