smtmainbanner.gif

La senda de la intolerancia

La senda de la intolerancia

Por: Gerardo Enrique Garibaycamarena

29-Oct-2007

El pasado 28 de octubre, dos mexicanos: Gabriel Escoto Ruiz y Luciano Hernández Ramírez, originarios de Atotonilco el Alto y San Miguel el Alto, respectivamente, fueron beatificados en una ceremonia realizada ante miles de personas en la Ciudad de El Vaticano, uniéndose de este modo a los otros 24 compatriotas que fueron canonizados en mayo del 2000 por su martirio en la Guerra Cristera.

La diferencia en este caso radica en que los dos nuevos beatos fueron asesinados no en nuestro país, sino del otro lado del Atlántico, en la España de la Guerra Civil: un conflicto que ensangrentó a la península Ibérica durante 3 años, de 1936 a 1939, tiempo durante el cual se dieron casos de inaudita crueldad contra los religiosos y sacerdotes, al grado de que según algunos cálculos el número de sacerdotes ejecutados tan solo en la región de Barcelona se elevó a 12,000.

Irónicamente, Luciano Hernández llegó a España como exiliado a causa del fanatismo anticatólico del gobierno mexicano, que alcanzó su punto máximo durante la época callista, cuya delirante política desató la Guerra Cristera. Los cristeros llegaron a contar con 50 mil efectivos armados en el centro-occidente del país y lograron poner en serios aprietos al gobierno, que se vio forzado a negociar, vía la embajada norteamericana, un acuerdo con los rebeldes (que se cumplió solo en parte).

A partir de entonces el gobierno y la Iglesia mexicanos mantuvieron una relación de mutuo disimulo, que recién concluyó con las reformas del salinato a la relación Iglesia-Estado, las cuales permitieron el restablecimiento de las relaciones con el Vaticano, rotas desde hacía décadas y el reconocimiento legal de las Iglesias.

Hubieron de pasar más de 130 años para que la actitud del gobierno mexicano hacia la religión volviera a un entorno verdaderamente civilizado, y, aunque son innegables los avances que en este sentido hemos experimentado en los últimos años, tampoco podemos dejar de reconocer la permanencia de muchos viejos prejuicios en contra de las Iglesias en general y de la Católica en particular; prueba de ello son las agresiones de que ha sido objeto en últimas fechas la Catedral de México D.F., organizadas, según parece, por simpatizantes del PRD, paradójicamente el partido que más se dice a favor de la “tolerancia”.

Así como hoy en día se ha puesto de moda censurar la discriminación contra las “minorías”, no debemos olvidar los prejuicios en contra de las creencias religiosas y morales, comúnmente convertidas en objeto de sutiles (y a veces no tanto) burlas y desprecios, principal, pero no exclusivamente, en los medios masivos de comunicación.

Si en realidad queremos consolidarnos como una sociedad democrática debemos aprender a aceptar, por inicio de cuentas, las creencias de los demás, incluyendo las religiosas, pues de otro modo estaremos caminando nuevamente por la senda de la intolerancia y las consecuencias serían desastrosas, para confirmarlo basta revisar la historia.

http://sinmediastintas.tripod.com                garibaycamarena@hotmail.com

Sin medias tintas, opinión y análisis sociopolítico

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Free counter and web stats