Pagar las consecuencias
Por: Lic. Gerardo Enrique Garibaycamarena
26-Noviembre-2007
La noticia
acaparó titulares el pasado 22 de noviembre, el Supremo Tribunal de Chihuahua condenó a Banamex a pagarle mil quinientos millones
a uno de sus clientes, esto para saldar un contrato de inversión firmado en 1987. De inmediato, la Suprema Corte de Justicia
de la Nación atrajo el caso, alegando el impacto económico y social que la resolución de este proceso podría tener para el
país, pues actualmente existen 150 juicios similares a nivel nacional.
Estos juicios
multimillonarios son producto del cobro de interés sobre interés, mejor conocido como anatocismo, cuyo uso fue aprobado por
la propia Corte Suprema el 7 de octubre de 1998, en plena resaca de la crisis económica de 1995, a consecuencia de la cual
las deudas que cientos de miles de mexicanos había contraído con instituciones bancarias se volvieron impagables;
Para muchas
familias la autorización del anatocismo significó innumerables problemas e incluso la pérdida de los bienes que con tanto
esfuerzo adquirieron por medio de créditos bancarios. De ahí que resulte irritantemente ridículo que ahora, que el anatocismo
amenaza con afectar a los bancos, la Corte salga en su defensa, cuando, mientras este solo afectaba a particulares y empresas,
esa misma Corte se valió de chicanas legaloides para autorizarlo.
Además
debemos recordar que tras la crisis del 95, la banca nacional, sumida en la incompetencia y la corrupción (recordemos, por
mencionar solo uno, el caso Cabal Peniche) cayó al borde de la quiebra y para salvarla se echó mano del Fobaproa, con un costo
para el país de más de 65,000 millones de dólares. Las consecuencias de no apoyar a los bancos hubieran sido ciertamente peores,
el problema es que los bancos, en lugar de corresponder al respaldo social funcionando como el motor del desarrollo nacional
se han vuelto mezquinos e irresponsables.
La triste
verdad es que tenemos una banca ratonera, que se conforma con vivir del cobro de comisiones y que complica el otorgamiento
de créditos para proyectos productivos pero entrega tarjetas de crédito cual si fueran golosinas, al grado de que el número
de estos plásticos pasó de 8 millones en el 2001 a más de 22 millones este año.
El propio
Guillermo Ortiz ha señalado que la mitad de los ingresos bancarios provienen del crédito al consumo, es decir, del uso de
las tarjetas de crédito, que consiste en comprometer los ingresos futuros a cambio de compras presentes, es decir, se trata
de la receta perfecta para la pobreza, pues quienes utilizan estas tarjetas en forma desordenada caen rápidamente en un esquema
similar al de la tienda de raya porfiriana, donde estarán permanentemente en deuda con el banco, pues lo que ganan hoy se
emplea para pagar lo consumido ayer, y así por siempre.
Las consecuencias
empiezan a aparecer, mientras en el año 2000 la cartera vencida por concepto de tarjetas de crédito ascendía a 2,114 millones
de pesos, hace unos días se reportó que ha llegado a la astronómica cifra de 18,935 millones de pesos, superando ampliamente
los niveles de la crisis del 95 y aumentando casi al doble tan solo en lo que va del año.
A pesar
de lo anterior los grupos bancarios siguen entregando tarjetas de crédito a diestra y siniestra, con la complacencia de los
medios de comunicación y de algunas empresas que abiertamente discriminan a quienes se atrevan a pagar en efectivo. La proliferación
de la “gente Master Card”, que todo lo que compra lo debe, fue uno de los elementos que detonaron la última crisis
económica y llevaron a los bancos al borde del abismo, pero aún así la banca nacional insiste en la receta del desastre, al
fin y al cabo ellos no sufren las consecuencias, esas las pagamos nosotros.
garibaycamarena@hotmail.com http://sinmediastintas.tripod.com