Rehenes
Por:
Lic. Gerardo Enrique Garibaycamarena
24-diciembre-2007
Al momento en que escribo este
artículo (mediodía del 24 de diciembre) el pueblo colombiano y la opinión pública mundial se mantienen a la expectativa ante
la inminente liberación por parte de la guerrilla de las FARC de 3 rehenes, incluyendo a la excandidata a la vicepresidencia,
Clara Rojas.
Clara
fue secuestrada el 23 de febrero de 2002, en plena campaña, junto con la entonces candidata a la Presidencia Ingrid Betancourt,
cuya también probable liberación se encuentra en el centro de una tormenta política que incluye a los gobiernos de Colombia,
Venezuela y Francia, pues Betancourt es ciudadana de aquel país.
Rojas
y Betancourt son tan solo dos de las más de 3 mil personas secuestradas por la
guerrilla colombiana, ya sea por motivos económicos o políticos; rehenes involuntarios de un conflicto civil que desde hace
ya 40 años ha desangrado a aquella nación andina, la terrible consecuencia de un movimiento guerrillero motivado por el delirio
marxistoide de unos cuantos y las conexiones con el narcotráfico de otros más.
Prueba
de que los guerrilleros colombianos carecen del apoyo de la población es que a pesar de casi medio siglo de ataques contra
el régimen democrático, apoyados por Cuba y la URSS primero y por los cárteles después, han sido incapaces de obtener el poder,
contentándose solo, como tiranuelos, con el dominio ilegal de algunas regiones del país.
El
caso colombiano no es único en la región, por el contrario, durante las últimas décadas del siglo XX gran parte de América
latina se vio atormentada por los movimientos guerrilleros, que a golpe de asesinatos y violencia llevaron al borde del caos
a países como Perú, Nicaragua, el Salvador y la misma Colombia.
Incluso
en nuestro país hubo intentos por parte de estos grupos por generar desestabilización, sin embargo, fueron rápidamente anulados
debido a su falta de arraigo con la gente y a la acción eficiente (si bien no siempre respetuosa de los derechos humanos)
del gobierno federal, que, bien que mal, nos libró de caer en los escenarios que tan comúnmente observábamos en el resto de
Latinoamérica.
Hace
unos meses la explosión de ductos de PEMEX en diversos lugares de la república, atribuida al EPR, nos recordó que las guerrillas
siguen presentes y activas en nuestro país (si bien en escala minúscula), por ello es importante que la sociedad mexicana
se mantenga atenta a lo que ocurre con estos grupos, para evitar que se fortalezcan e intenten hacer política por vías violentas.
Aprendamos
del caso de Colombia, ahí la paz aún se ve lejana. A pesar de los esfuerzos diplomáticos cientos de personas siguen en poder
de la guerrilla y millones más viven con miedo, al final del día también ellos son rehenes.
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garibaycamarena@hotmail.com