Bienvenidos a Colombia
Por: Gerardo Enrique Garibaycamarena
18-Febrero-2008
El pasado viernes 15 de febrero,
la tranquilidad de las calles aledañas a las oficinas de la Secretaría de Seguridad Pública del D.F. se vio bruscamente interrumpida
con la explosión de una bomba, que provocó la muerte de quien la transportaba, así como heridas a otras dos personas. El hecho
de inmediato atrajo la atención nacional, no solo por tratarse de un atentado malogrado, sino por sus características, nuevas
y preocupantes.
Tradicionalmente este tipo de explosiones
habían sido perpetradas por grupos de izquierda, minúsculos en número y capacidad de fuego, pero ahora el enemigo es distinto.
Las investigaciones policiales apuntan a un ataque del crimen organizado y, más concretamente, del cártel de Sinaloa, en represalia
por las perdidas que le habrían ocasionado los operativos efectuados por las autoridades.
Se trata de lo que pareciera ser
el inicio de una nueva etapa en la estrategia de violencia y terror empleada por los narcotraficantes, la diferencia es que
mientras los asesinatos, “levantones” y ajustes de cuentas se circunscribían por lo general a los propios delincuentes
o a las autoridades encargadas de combatirlos, el uso de explosivos implica, por su propia naturaleza, una expansión de la
guerra ya no solo contra el gobierno, sino contra la población en general.
Solo fue, por supuesto, un pequeño
incidente, apenas de los primeros pasos en esa dirección, pero, aún así es casi inevitable recordar, al ver las imágenes del
reciente atentado, aquellos ocurridos en Colombia, cuando por medio de coches bomba los capos del crimen organizado buscaban
evitar la extradición a los Estados Unidos, provocando a su paso decenas de víctimas inocentes.
Y no es que a los mexicanos nos
extrañe la violencia del narcotráfico, pues en los últimos años hemos sido testigos de miles de asesinatos relacionados directamente
con el narcotráfico, lo que pasa es que durante muchos años utilizamos el término “colombianización” para referirnos
a los fenómenos de multiplicación del crimen organizado, que en México se veían todavía lejanos y parece que cada vez los
tenemos más cerca, llegando inclusive a superar a los propios colombianos.
Lo ocurrido en el D.F. podría ser
solo el inicio de una nueva ofensiva de los criminales, una consecuencia terrible de la guerra contra el narcotráfico, la
cual, a pesar de todo, debe seguirse librando, pues de ella depende el mantener a raya a los capos. De no hacerlo, en poco
tiempo sería ya demasiado tarde para evitar el que el dinero y las complicidades de la droga acaben por
pervertir a toda la sociedad.
La explosión del viernes no debe
pasar desapercibida, pues los ataques con explosivos ya no los realizan, como antes, comunistas bisoños intentado jugar al
terrorista, sino los cárteles de la droga, y en el narco, a diferencia de la izquierda, no hay espacio para el error, pues
la incompetencia se castiga con la muerte, de modo que si los traficantes insisten en el terrorismo como vía para doblegar
a México la atención de las autoridades deberá redoblarse, pues estos nuevos enemigos son mucho más eficientes y peligrosos.
Dicho de otro modo, si el gobierno no redobla los esfuerzos y las precauciones llegará un momento donde
solo quedará decir: “Bienvenidos a Colombia”, pero en peor.
garibaycamarena@hotmail.com http://sinmediastintas.tripod.com
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