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Solo cenizas

Solo cenizas

Por: Gerardo Enrique Garibaycamarena

14-Abril-2008

 

Resultó a la vez ordinario y sorpresivo: el pasado jueves 10 de abril, legisladores del Frente Amplio Progresista tomaron las tribunas de las cámaras de Diputados y Senadores para evitar el arranque de la discusión respecto a la reforma en materia energética que presentó el lunes 8 la Administración Calderón.

 

Se trata de una más de las acciones de presión que Andrés Manuel López Obrador y compañía están desplegando como parte de su campaña “por la defensa del petróleo”, que incluye también movilizaciones sociales, marchas y plantones, en fin, todo el circo al que los obradoristas nos han venido acostumbrando en los últimos años.

 

Y es que no se trata de la primera ocasión en que los diputados del PRD y conexos, a la orden de Andrés Manuel, bloquean los recintos legislativos: ya lo habían hecho en octubre del 2004 para protestar contra un recorte de recursos al D.F. y luego en el 2006 para impedir la toma de posesión de Calderón, se trata pues de un modus operandi que la izquierda ya ha vuelto moneda común en la política nacional.

 

Y sin embargo ahora es diferente. A fuerza de desperdiciarlo en frivolidades, el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal ha desgastado a tal punto su liderazgo que en esta ocasión no solo fue ampliamente mayoritario el rechazo entre la sociedad (72% de la población está en contra del secuestro de las Cámaras, según Excélsior) y los líderes de opinión a su “toma” de tribuna, sino que incluso al interior del propio PRD han comenzado a escucharse, si bien con timidez, voces de crítica a López Obrador y deslindes respecto a sus posiciones, y la verdad es que están justo a tiempo.

 

Estos hechos ocurren mientras en su vida interna el PRD se enfrenta a la posibilidad contante y sonante del fratricidio político. La campaña por la dirigencia nacional ha derivado en interminables acusaciones de fraude entre los dos principales candidatos, siendo así que a un mes de los comicios todavía ni siquiera se han terminado de contar las actas. El partido del “voto por voto” ha sido incapaz de aplicar en casa lo que predica en el exterior, perdiendo cualquier autoridad moral que pudiera haber conservado en las mentes de los ciudadanos tras los reñidos comicios del 2006.

 

A diferencia del PRI y el PAN, que cuentan con orígenes más o menos homogéneos, los miembros del PRD provienen de posiciones ideológicas largamente enfrentadas, desde el priismo más tradicional al trotskismo más recalcitrante.

 

Durante sus 19  años de existencia, el PRD ha logrado mantenerse unido gracias a un “hombre fuerte”, un caudillo en torno al cual se reúnen las diferentes corrientes. Dicho papel fue asumido durante alrededor de 10 años por Cuauhtémoc Cárdenas y luego, a partir del 2000, por López obrador; el problema es que “el peje” es incapaz de mantenerse como ese tótem sereno y prudente que fue su antecesor, por el contrario, ha asumido una actitud evidentemente sectaria, convirtiéndose en un simple jefe de camarilla.

 

El PRD esta al borde de la desaparición, pues no se ve como el pleito entre Encinas y Ortega pueda resolverse sin mayores daños: es una lucha de fondo entre los Encinistas, dispuestos a cumplir los caprichos de Obrador, así esto signifique el fin de su partido y los Chuchos, más conscientes del daño que Andrés Manuel le está haciendo al PRD y a la izquierda, aunque incapaces de hacerle frente. La caída ya comenzó: durante el 2007 el partido del Sol Azteca perdió 69 alcaldías y 10 distritos locales.

 

Con suicida animosidad los perredistas insisten en la confrontación, incluso entre ellos. A este paso, en poco tiempo de la izquierda unida perdurará solo el recuerdo, y del PRD quedarán solo cenizas.

 

garibaycamarena@hotmail.com        http://sinmediastintas.tripod.com

Sin medias tintas, opinión y análisis sociopolítico

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