Pesadilla en la Corte del infierno
Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay
Camarena
1-septiembre-2008
Es una calurosa
tarde de septiembre y usted camina por la calle semidesierta, ocupándose de sus propios asuntos. De repente, surge un grupo
de psicópatas vestidos de blanco que lo sujetan y, usando unas tijeras gigantes, comienzan a cortarlo en pedazos, mientras
observa con terror como le desmiembran las piernas y los brazos, que caen al piso en medio de un charco de sangre; grita pidiendo
clemencia, pero nadie lo escucha, mientras las cuchillas se acercan de nuevo cortándole el estómago y la cabeza. Su cadáver,
aquellos pedazos de lo que solía ser su cuerpo, quedan convertidos en un montón de simple basura.
Otro día más
en la oficina, mientras trabajas en el reporte mensual de ventas, un grupo de psicópatas con ropas blancas te sujetan y, sin
que lo puedas evitar, vierten ácido encima de ti. La sustancia corroe rápidamente tu ropa y continúa con tu cuerpo, que se
quema inevitablemente mientras tú observas horrorizado, gritando, pidiendo auxilio, sin que nadie pueda oírte; antes de morir.
Doña Jimena compraba
como de costumbre su mandado; repentinamente, unas personas vestidas de la blanco la someten y la arrodillan, ella pide clemencia,
pero no les importa, le introducen una sonda a través de la nuca, aspirando su cerebro y materia encefálica. Segundos después
Doña Jimena yace muerta en el piso, la expresión de terror en su cara queda como única muestra de su tragedia.
Estas historias
parecen surgidas de alguna de aquellas películas de terror barato, tan típicas de los años ochenta, pero no es así, son métodos
reales que se emplean en el asesinato de infantes dentro del vientre de sus madres y ahora los villanos no son Jason o Freddy
Krueger, sino médicos en prístinas batas blancas bajo el auspicio de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
Y es que los
señores ministros de la SCJN declararon el pasado 28 de agosto, por 8 votos contra 3, la constitucionalidad de la ley, promulgada
en el D.F., que permite el aborto de niños con menos de 12 semanas de gestación. El argumento de los miembros del máximo tribunal
fue que en la Constitución no se señala nada sobre el derecho a la vida. Simplemente ridículo.
¿Cómo esperar
que se resuelvan problemas como la campante delincuencia o la pobreza que aún persiste en millones de compatriotas si nuestro
marco jurídico no defiende ni siquiera la vida, sin la cual todos los demás derechos son inaplicables? La respuesta es que
no podemos. Todos los problemas de México tienen su origen en un solo fenómeno, reflejado ya sea en el sicario que asesina
por dinero, el narcotraficante que envenena a la juventud, el doctor que asesina por medio del aborto o en el secuestrador
que victimiza a la comunidad, el común denominador es el desprecio por la dignidad de la persona humana, que los ministros
han convertido en cuasi precepto constitucional.
No nos hagamos
patos, de nada sirve marchar contra la inseguridad si permanecemos impasibles ante una resolución que legaliza el asesinato
masivo de infantes, ya sea a través de la succión, la solución salina, el descuartizamiento cualesquiera otros métodos dignos
de oprobio. Los niños no nacidos no son “productos”, son personas y, si alguna vez se nos olvida, tratemos de
imaginarnos lo que sentiríamos en caso de morir como ellos, que han sido convertidos en las primeras víctimas de esta Pesadilla
en la Corte del infierno. No se sienta usted tan seguro, quizá nosotros seamos
los siguientes, pues, una vez abierta la puerta, doña muerte no tardará en entrar.
garibaycamarena@hotmail.com http://sinmediastintas.tripod.com