La última luna
Por: Gerardo Enrique Garibay
Camarena
27-oct-08
Escribo este artículo faltando
tan solo una semana para el 4 de noviembre, día en que los Estados Unidos elegirán a quien será su próximo presidente. Más
de un año de suspirantado, precampañas y campañas ha pasado y en ambos bandos queda ya muy poco por hacer, apenas dar el último
empujón, sacar a la gente a votar y confiar en el éxito de la estrategia.
Las encuestan destacan unánimemente
la ventaja de Barack Obama, que se ha mantenido firme en todos los estados tradicionalmente demócratas y ha logrado abrirle
al partido Republicano frentes de batalla en lugares como Virginia o Florida, que se consideraban trofeos seguros para McCain
al inicio de la campaña.
La historia, sin embargo, aún
no está escrita. A pesar de los estragos provocados por la crisis financiera que comenzó con los créditos hipotecarios y abarca
ya a toda la economía, y de su pésima campaña, el partido Republicano aún tiene ligeras posibilidades de dar la que sería
una de las mayores sorpresas electorales de los últimos tiempos.
Es cierto que el fracaso de
la Administración Bush ha sido un punto en contra para McCain, pero la verdad es que, cuando se despierte el 5 de noviembre
con la noticia de que ha sido derrotado y quiera buscar al culpable de su caída, solo tendrá que mirarse en el espejo.
El hecho es que en los días
posteriores a la Convención Republicana, McCain y Obama estaban prácticamente empatados y el futuro se veía prometedor, con
el asenso de Sarah Palin como la refulgente nueva estrella de la política norteamericana… hasta que la señora empezó
a hablar y el encanto desapareció
La señora Palin, que en principio
parecía un faro de esperanza para el movimiento conservador, se convirtió durante la campaña en un mal chiste, simplemente
una cara bonita, pero demasiado novata como para manejar ya no digamos la vicepresidencia, sino siquiera la candidatura.
A pesar de ello, la mayor parte
de la culpa por el casi seguro fracaso republicano no recae en doña Palin, sino en la propia estrategia de campaña, que se
olvido de las propuestas concretas y se concentro en atacar a Obama con argumentos tan nebulosos como inefectivos. Para muestra
basta un botón: de los 20 anuncios televisivos más recientes presentados en www.johnmccain.com, solo 3 no tienen tintes negativos.
Aquí en México acabamos de ser
testigos de que una campaña negativa puede funcionar, como lo hizo la de Acción Nacional. La diferencia es que, mientras en
el caso mexicano López Obrador se enganchó en el juego blanquiazul y radicalizó su discurso presentando su verdadero rostro,
Obama ha mantenido las apariencias, mostrándose ecuánime, e incluso divertido, ante los cada vez más desesperados ataques
republicanos.
Y del tema económico mejor ni
hablamos, McCain no logró enganchar con la gente y su estrategia de “Joe el Plomero”, donde exhibe a Barack Obama
como un comunistoide que, cual versión pirata de Robin Hood, busca repartir la riqueza (de acuerdo a sus conveniencias), llegó
demasiado tarde.
McCain estuvo Igualmente fuera
de tiempo al espetarle a Obama, durante el tercer debate “No soy el Presidente Bush, si usted quería competir contra
el Presidente Bush debió hacerlo hace cuatro años”. Simplemente brillante, solo que debió decirlo desde el inicio de
la campaña y no en la parte final, cuando el demócrata ya se había consolidado en la delantera.
Falta tan solo una luna para
el día de las elecciones, y si bien todavía existe una ligera oportunidad para el gallo republicano, todo parece indicar que
sus errores de campaña le pasarán factura, a él y a todo el mundo.
De entrada, un gobierno demócrata
en Estados Unidos eliminará las restricciones que al homicidio masivo de infantes puso la administración Bush, sobre-regulará
la economía, complicando la recuperación de las finanzas mundiales y asumirá posiciones débiles en política exterior, lo que
permitirá el reforzamiento de los grupos terroristas, no solo en el suelo norteamericano, sino en todo el planeta.
El propio candidato demócrata
a la vicepresidencia, Joe Biden, lo ha reconocido: el mundo pondrá a prueba a Barack, y considerando sus antecedentes, tan
llenos de retórica y tan faltos de resultados, este no pasará el examen. ¿Esta Obama listo para gobernar? Por supuesto que
no, tan solo está de moda.
garibaycamarena@hotmail.com http://sinmediastintas.tripod.com