Crepúsculo
Por: Lic. Gerardo Enrique Garibay Camarena
24 de Noviembre 2008
El pasado 20 de noviembre, un grupo de diputados perredistas anunciaron que dejarán
de apoyar financieramente al movimiento de Andrés Manuel López Obrador, lo que
constituye una muestra clara del franco divorcio entre el partido del Sol Azteca y quien hasta hace unos meses fue su líder
indiscutible.
El creciente rechazo dentro de las filas perredistas, el ascenso a la dirigencia
de dicho partido del moderado Jesús Ortega y en general, el desinterés cada vez más generalizado de la sociedad mexicana,
aún en el propio Distrito Federal, marcan el principio del fin para el presidente legitimo.
La figura de Obrador había brincado a la palestra nacional en 1992 cuando llevó
al Zócalo una protesta por el supuesto fraude priísta en las elecciones estatales de Tabasco, realizadas el año anterior,
y en las que él compitió como candidato a Gobernador por el PRD.
Tras volver a perder la gubernatura en 1994, sus protestas contra el triunfo de
Roberto Madrazo, que incluyeron el bloqueo masivo de instalaciones petroleras, lo catapultaron a la Presidencia del PRD, desde
donde impulsó su candidatura a la Jefatura de Gobierno en el Distrito Federal.
Como Jefe de Gobierno, Obrador supo construir una maquinaria de propaganda que lo
colocó en los cuernos de la luna, opacando en no pocas ocasiones incluso a la Administración Fox.
La receta del “peje” que mezclaba la típica demagogia priísta, con programas
sociales, apoyo descarado de los medios de comunicación (al menos durante sus primeros 3 años de gobierno) y acercamientos
con el sector empresarial, lo convirtió en el más fuerte de los presidenciables. Su posición se fortaleció tras el proceso
de desafuero, que lo hizo un mártir a los ojos de miles de mexicanos.
Todavía a principios del 2006, a pesar del escándalo de Bejarano, llevaba 10 puntos
de ventaja sobre el panista Felipe Calderón. Sin embargo, como decía Abraham Lincoln, “no es posible engañar a toda
la gente todo el tiempo”; al paso de la campaña Obrador fue mostrando su verdadero rostro, fascista, intolerante y totalitario…
y perdió la elección.
El movimiento que a partir de entonces ha venido encabezando es la más clara prueba
de su falta de compromiso con la democracia y las instituciones, que le ha llevado a enfrentarse incluso con el propio PRD.
El apoyo perredista a la reforma energética y el progresivo acercamiento entre Ebrard
y Calderón constituyen fuertes golpes para Andrés Manuel, que ha elegido darle completamente la espalda a la realidad y seguir
montado en su mula, sirviendo como peón político a los intereses del PT y Convergencia.
Sin lugar a dudas, el caso de Obrador debe servir como ejemplo a los políticos de
todas las tendencias, para no perderse en los delirios del poder y los laberintos de la egomanía, que en lugar de llevarlo
a Palacio Nacional podría llevarlo a La Castañeda. De no ocurrir algo extraordinario estamos siendo testigos del crepúsculo
del señor López. Se le viene la noche encima.
garibaycamarena@hotmail.com
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