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Deja Vu

Deja Vu

Por: Gerardo Enrique Garibay Camarena

7-febrero-2009

 

El pasado 4 de febrero, autoridades del Kremlin anunciaron con evidente satisfacción que se han aliado con un grupo de naciones que formaron parte del bloque soviético para conformar una nueva fuerza militar de reacción rápida, con el presunto objetivo de combatir el terrorismo y atender a las emergencias nacionales.

El nuevo grupo cuenta con la participación de Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán, que de este modo estarán reuniendo a buena parte del ex ejército soviético, desperdigado a lo largo de Europa oriental y el cercano oriente tras el desplome de la cortina de hierro.

La noticia quizá no atraiga titulares, pero se trata de un nuevo y preocupante paso en la reconstrucción de la influencia moscovita, que amenaza con alterar no solo el delicado equilibrio europeo, sino incluso los contrapesos políticos globales. El escenario se agrava, además, por el anuncio de que Kirguistán ha decidido cerrar una base militar norteamericana que operaba en su territorio como parte de la guerra contra el terrorismo de los talibán.

No se trata un hecho aislado, pues apenas hace unos meses, mientras el mundo celebraba los juegos olímpicos, el ejército ruso invadió la república de Georgia ante la mirada atónita de occidente. En vista de aquellos sucesos, los gobiernos de países como Polonia, Ucrania, Estonia, Letonia y Lituania, que fueron sojuzgados por Moscú durante la dictadura comunista, lanzaron gritos de auxilio al gobierno norteamericano y a la OTAN.

Tenían razón en estar preocupados, pues Rusia está reconstruyendo su imperio y para ello cuenta en su baraja con la tradicional incapacidad en política exterior del Partido Demócrata de Barack Obama y con la crisis financiera, que mantiene en ascuas a la opinión pública occidental, demasiado ocupada en la autocompasión como para interesarse en los demás.

Esta nueva fuerza armada, bajo el control del Kremlin, constituye el embrión de un desafío directo a la OTAN y por consecuencia a la unidad europea, alcanzada a base de tantos sacrificios durante las décadas pasadas. Lo que está en riesgo no es un logro menor, sino la propia permanencia del equilibrio que ha permitido a Europa disfrutar del más largo periodo de paz en muchos siglos.

 

 

Aunque pueden parecer lejanos aquellos días de la guerra fría, Rusia sigue siendo una de las mayores potencias mundiales, de modo que, si Estados Unidos no defiende con fuerza e inteligencia las posiciones que ha sabido ganar en la región, dentro de pocos años nos encontraremos con un imperio Ruso renovado, resentido y peligroso.

Estamos ante uno de esos momentos clave, definitivos y sigilosos, que definirán el rumbo del Siglo XXI. En nuestras manos como occidente está el parar a tiempo las ambiciones del Kremlin o pasar, otra vez, por las tensiones y tragedias de la guerra fría, que se están acercando silenciosamente: como una sombra, como una nube, como un Deja Vu.

garibaycamarena@hotmail.com           http://sinmediastintas.tripod.com

Sin medias tintas, opinión y análisis sociopolítico

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