Exquisiteces
Por: Gerardo Enrique Garibay Camarena
19/07/06
El pasado 18 de julio un grupo de perredistas increparon a Felipe Calderón cuando este salía de un encuentro con líderes
sindicales y mientras le reclamaban por el supuesto “fraude” intentaron agredirlo y golpearon su camioneta, el
hecho, aunque lamentable, quedaría como una mera anécdota de la polémica postelectoral si no fuera por la respuesta que a
este incidente dio López Obrador: “No nos pongamos tan exquisitos, hay un agravio mayor”, o lo que es lo mismo,
los “agraviados” pueden hacer lo que quieran aunque violen la ley, (el mismo argumento por el cual no intervino
para frenar los muchos linchamientos suscitados durante su gobierno) si a esta declaración le sumamos las claras amenazas
a la familia de Calderón durante su discurso del domingo 16 tenemos servidos los ingredientes para una escalada de agresión.
Obrador se está pasando de la raya, es cierto que ha dicho que encauzará sus protestas por la vía pacífica, pero es
claro que esta es una promesa que no se molestará en cumplir, aunque vaya de por medio la estabilidad y la paz del país.
Las elecciones del 2 de julio fueron ejemplarmente limpias, los votos fueron recibidos y contados por ciudadanos ante
la presencia de representantes de los partidos y de cientos de observadores electorales, prácticamente todos ellos coinciden:
no hubo fraude. Aún así Obrador está en su derecho de impugnar la elección, aunque sea para calmar sus ansias de ardido, el
problema empieza cuando estas impugnaciones se dirigen por la vía de la presión social y el chantaje, cuando se usa a los
simpatizantes para crear un clima de confrontación, cuando se quiere ganar a base de manifestaciones lo que no se obtuvo en
las urnas.
Obrador perdió, y lo sabe; sus acusaciones de fraude y de un “compló” en su contra rayan en el ridículo,
como ocurrió con el supuesto embarazo de urnas en Salamanca, Guanajuato, (desmentido inclusive por la propia representante
de casilla de la Coalición Por el Bien de Todos) o con sus destempladas críticas contra el IFE y el PREP, carentes del más
mínimo sustento lógico.
El Sr. López dice que tiene muchas pruebas de un monumental fraude, en cuyo caso más le vale que las muestre, pues
lo que ha dado a conocer hasta este momento no comprueba nada, solo su necedad, su
falta de disposición para aceptar la voluntad popular y su determinación de permanecer como el dictador de su mundito personal,
en el que él llevaba 10 puntos de ventaja en las encuestas y en el que ganó la elección.
Algunos podrán decir que es mejor acceder a su petición de que se cuente voto por voto para evitar más desorden, pero
la verdad es que el “recuento” es un mero pretexto para seguir con la desestabilización del país, por lo que,
como mexicanos, no debemos ceder a las amenazas autoritarias del peje y sus hordas; ya impugnó, ahora debe respetar lo que
resuelvan los tribunales, incluso si estos deciden no volver a contar voto por voto.
Obrador ya ha adelantado que no reconocerá a Calderón, aún si el recuento favorece al panista, o lo que es lo mismo, el peje quiere su caprichito y si no se lo cumplen va a haber bronca, sin importar
lo que digan las leyes, las instituciones y la voluntad de los millones de mexicanos que votamos el dos de julio, al final
del día para López Obrador son meras “exquisiteces”.
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