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Ecos de Lepanto

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Ecos de Lepanto

Por: Gerardo Enrique Garibay Camarena

22/09/06

 

 

El pasado 12 de septiembre, Su Santidad, Benedicto XVI citó, durante un discurso ofrecido en la Universidad de Ratisbona, un texto medieval donde se acusa a Mahoma de haber traído al mundo cosas malas e inhumanas. La intención del Papa no fue de ningún modo ofender la sensibilidad de los musulmanes, sino ofrecer a sus oyentes un marco histórico de referencia respecto a la relación entre la fe y la razón. Incluso, para que no queden dudas, el propio Benedicto ha aclarado en repetidas ocasiones el contenido e intención de su discurso y enfatizado que lo expresado en el siglo XIV por aquel emperador bizantino no refleja su opinión personal.

 

A pesar de todas estas aclaraciones la reacción de muchos grupos islámicos ha sido de violencia: los musulmanes quemaron iglesias cristianas y efigies del Papa, asesinaron a una religiosa italiana, amenazaron con realizar atentados en contra del Vaticano (específicamente un grupo ligado a Al Quaeda). Además, cientos de líderes religiosos del Islam se lanzaron en contra de Su Santidad,  llegando incluso a pedir su destitución.

 

A cualquiera que se haya tomado la molestia de leer completo el texto de la conferencia dictada por su Santidad le sorprenderá la agresiva e inmotivada reacción del mundo musulmán, y es que el problema no es en sí lo que haya o no haya dicho Benedicto en Ratisbona, sino el subyacente e inevitable conflicto entre el Islam y occidente. ¿Porqué? porque el Islam no es solo una religión, sino una forma de ser que regula hasta los más pequeños aspectos de la vida del ser humano, porque un musulmán que se respete no puede estar tranquilo mientras haya en el mundo alguna persona que no crea en que “no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta” y porque muchas de las enseñanzas del Islam (por ejemplo en lo relacionado con el trato a las mujeres) son intrínsicamente perversas.

 

Desde el mismo nacimiento del Islam, sus seguidores han buscado imponer su religión y forma de vida por métodos violentos, llegando incluso a diezmar a naciones enteras y estableciéndose a sangre y fuego en todo el norte de África, el medio oriente y partes de Asia; la expansión musulmana llegó incluso a amenazar la propia sobrevivencia de la civilización europea. En 1571 el ejército otomano había comenzado ya a atacar puertos mediterráneos e invadido la isla de Chipre, ante esta gravísima crisis se conformó un ejército conjunto Venecia-Santa Sede-España llamado “La Santa Liga”, el cual enfrentó y derrotó a la armada otomana en la batalla de Lepanto. La victoria de los ejércitos europeos significó el fin de ambiciones expansionistas del Islam en Europa y aseguro la sobrevivencia de la civilización cristiana.

 

Ahora, más de 400 años después, ha llegado el momento de una nueva confrontación. Los musulmanes han, literalmente, invadido países como Alemania o Francia a través de la migración ilegal; al mismo tiempo, grupos terroristas-fundamentalistas se hacen con el poder en un número cada vez mayor de países musulmanes y a nivel mundial organizaciones islámicas pugnan por limitar la libertad de expresión de los cristianos mientras apoyan al terrorismo.

La pregunta ahora es si la civilización occidental tendrá la fuerza para resistir ante los hijos de Mahoma, no únicamente en el ámbito militar, sino en el de la fortaleza moral y la identidad, pues será sobre todo en este último campo donde se librará la nueva batalla. Para ganar, es necesario que quienes nos consideramos occidentales abandonemos esa hipócrita tolerancia relativista y recuperemos nuestra certeza de la verdad, que de una buena vez dejemos de destruir las bases de nuestra propia cultura y redescubramos la fe en nuestras creencias.

 

Con todos los defectos que pueda tener, nuestra civilización judeocrisitiana-occidental es el mejor modelo a seguir y vale la pena defenderla. Se escuchan ya los ecos de Lepanto, las señales son claras, se acerca el momento de una nueva lucha por la libertad y por la sobrevivencia de nuestro modo de vivir, mas nos vale estar listos... o empezar a tomar cursos de Árabe.

Sin medias tintas, opinión y análisis sociopolítico

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