Y si Adelita
se fuera con otro...
Por: Gerardo
Enrique Garibay Camarena
24/10/06
El
pasado 24 de octubre la administración Fox anunció la cancelación del desfile deportivo del 20 de noviembre; según dijo el
vocero, Rubén Aguilar, este cambio es una “expresión de los nuevos tiempos”.
Ese mismo día, Jesús Ortega, excoordinador de la campaña de Andrés Manuel López Obrador, respondió señalando que al gobierno
solo “le queda derruir el monumento a la Revolución porque ese es finalmente
el propósito, terminar con todo y construir un mall (centro comercial)”.
La reacción de Ortega y muchos otras personas no es para menos, ya que con la cancelación del desfile del 20
de noviembre se da un paso claro y definitivo en el proceso de desmitificación de la revolución mexicana, que debido a la
propaganda gubernamental, y las películas del “Indio” Fernández se había convertido en una vaca sagrada.
La “Revolución Mexicana” no fue, como narra la historia oficial, una lucha para derrocar al gobierno
de Porfirio Díaz (quien renunció al gobierno en 1911 sin apenas derramamientos de sangre) sino una sanguinaria guerra intestina
entre caudillos y bandoleros que cobró la vida de miles de personas y que de hecho concluyó hasta 1929 cuando estos se unieron
bajo el auspicio estadounidense para formar lo que hoy es el PRI.
Por tanto, mientras el PRI-Gobierno controló el destino del país este episodio histórico tuvo una gran relevancia
política, sirviendo como ocasión anual (ooootra más) para que los mexicanos mostraran su gratitud con la revolución y su beneplácito
con los gobernantes revolucionarios, so pena de perder el trabajo o enfrentar presiones.
Sin embargo, conforme el país se ha venido democratizando, el 20 de noviembre, y con él su desfile, comenzó
a perder lentamente su importancia, hasta llegar a la desaparición de este último, lo que es a su vez el primer paso para
la extinción de una festividad que no le pertenece a los mexicanos, sino meramente a un grupo político, de ahí que, como lo
señaló el Presidente de la Conade, Nelson Vargas, este desfile, a pesar de estar enfocado al ámbito deportivo, “al deporte
mexicano no le importa en absoluto”.
Un fenómeno similar parece que ha comenzado a ocurrir con la figura de Benito Juárez y en general con la historia
del México del siglo XIX, ojalá continuemos por este camino, para cerrar heridas, superar traumas y poder mirar al futuro
claramente, despojados de los atavismos ideológicos de la “familia revolucionaria”, que tan presta estuvo siempre
a la tergiversación de hechos históricos.
Es una buena noticia, es una muestra de que, poco a poco, el país va madurando lo suficiente como para poder
admitir su historia en forma objetiva, sin sobreestimaciones ni mitificaciones dignas de república bananera.
Como hubiera dicho el sargento:
es una buena noticia, mi querida Adelita, es una señal de que nuestro México está cambiando, y para bien.